Según el investigador madrileño Rafael Conde, “desde la antigüedad, la postura
social ante la discapacidad ha oscilado entre el rechazo –y eliminación- de la
persona con discapacidad y la compasión ante la tragedia” (2014). La abogada
Mónica Isabel Hernández explica que en ese periodo “la persona con
discapacidad era tratada como un animal salvaje, pero en la Edad Media
disminuyen las medidas más drásticas aumentando la exposición y el abandono
de niños, así como los asilos, reformatorios y manicomios” (2015). La misma autora
expresa que estas ideas se moderaron hacia finales del siglo XVIII y comienzos
del XIX, momento en el que surge el modelo médico, también llamado rehabilitador.
Desde esta perspectiva, “se alude a la discapacidad como enfermedad y se
considera que la persona con discapacidad puede aportar a la sociedad siempre
y cuando sean rehabilitadas y logren parecerse a las demás, para tener valor
como personas” (Ibíd.).
En palabras de la autora Hernández, con el objetivo de “corregir lo que quedó
faltando en el médico” (Ibíd.), surge en los años sesenta y setenta del siglo XX el
enfoque social. Para entender qué defiende este modelo, se expone la definición
de Rafael Conde: “este modelo observa la discapacidad como un problema de origen
social y que no puede explicarse plenamente por los atributos individuales de la
persona” (2014).
Posteriormente, el mismo autor explica, refiriéndose tanto al modelo médico como
al social, lo siguiente: “la OMS declara que ninguno de los dos modelos es
adecuado por sí mismo” (Conde, 2014), por ello, tal y como se refiere en este
mismo artículo, se aunaron ambas perspectivas dando lugar al enfoque biopsicosocial.
Desde este punto de vista, se define la discapacidad como: “un fenómeno complejo
que es al mismo tiempo una consecuencia de un problema del cuerpo humano y de
un complejo fenómeno social” (Ibíd.).
Por último, se presenta el modelo más actual acerca de la concepción de la
discapacidad: la diversidad funcional, término propuesto en 2005 por el Foro de
Vida Independiente. La base de este modelo, según el profesor universitario Joan
Canimas, es que “las personas no tienen deficiencia, sino diversidad, de lo cual se
deduce que lo que sufren no es discapacidad, sino marginación e injusticia debido
a su diversidad” (2015). Asimismo, “considera que la sociedad no sólo construye
la discapacidad, como sostiene el paradigma biopsicosocial, sino también la
deficiencia, y lo que debería ser percibido como otra manera de ser y de hacer
las cosas, lo es como un déficit no deseable” (Ibíd.). Por este motivo, proponen
evitar el uso de la palabra discapacidad y utilizar en su lugar diversidad funcional
con el objetivo de, según Conde, “eliminar la negatividad en la definición del
colectivo y cambiarla por la idea positiva de diversidad” (Conde, 2014).
BIBLIOGRAFÍA
Conde Melguizo, R. (2014). Evolución del concepto de discapacidad en la sociedad contemporánea:
de cuerpos enfermos a sociedades excluyentes. Praxis Sociológica (18). Recuperado de:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4776246.
Hernández Ríos, M. I. (2015). El Concepto de Discapacidad: De la Enfermedad al Enfoque de
Derechos. Revista CES Derecho 6(2).
Recuperado de: http://www.scielo.org.co/pdf/cesd/v6n2/v6n2a04.pdf.
Canimas Brugué, J. (2015). ¿Discapacidad o diversidad funcional?. Siglo Cero 46(2).
Doi: http://dx.doi.org/10.14201/scero20154627997
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